Internándome en el bosque de nuevo...

Después de un largo período de tiempo sin visitar el Bosque de los Kodamas, vuelvo a perderme entre sus ramas y a reconocer a esos viejos espíritus que son los Kodamas. 

En el bosque, todo parece inmutable, todo sigue igual, la naturaleza es sabia y mantiene como va pudiendo, su propia forma de existencia. Una forma que los humanos estamos decididos a exterminar. ¿Qué es la sociedad del siglo XXI? Es el resultado de una crisis en todos los ámbitos de la vida humana. Si bien en Grecia la palabra crisis significaba cambio, actualmente ha perdido esa acepción; ahora crisis significa una decadencia en los valores morales y éticos en los que a todos nos deberían haber educado. Hemos convertido la pesadilla de George Orwell en una realidad mucho más negra y espantosa que la que él dictó en aquellos años cuarenta; estamos completamente vigilados, nuestros intereses están ya comprados, nuestras vidas están ya dirigidas al fracaso sin previo aviso; es lo que nos espera como esto siga así. Estamos viviendo en un submundo de lo que se pensó que viviríamos,  la política se ha convertido en el monstruo que nos devorará a todos y cada uno lentamente, sin que podamos sentir nada, sin que controlemos nada de lo que ocurre. Si por una vez nos uniésemos, y DEMOstrásemos lo que es el poder del pueblo, a lo mejor ese monstruo se pensaría si respetarnos, o incluso, se cuestionaría que existimos. 

La sociedad se ha perdido en un abismo de incoherencia, de repetición y miedo, de lucha constante por algo inalcanzable. Las generaciones pasadas nos reprochan que ellos con nuestra edad, ya habían trabajado durante diez años, que ellos no tuvieron la oportunidad de estudiar para ser una persona de provecho, nosotros hemos estado estudiando durante diez años y no tenemos la oportunidad de trabajar. La historia ha dado un vuelco, nos ha tocado vivir una época difícil en la que los jóvenes estamos relegados a no poder trabajar, a depender de terceras personas y a no valernos por nosotros mismos. No somos unos inútiles, no es que deseemos no trabajar, es que no se nos está permitido. Ese monstruo llamado política junto con ese otro monstruo llamado capitalismo nos han arrebatado un derecho fundamental registrado en la Constitución: el derecho al trabajo. Nosotros no tenemos. No nos dejan tenerlo. 

Nago fue envenenado por una bala de hierro procedente de un cañón humano.
Aquí estamos, perdidos en la inmensidad del bosque, entre sus ramas y su espesura nos reunimos para pensar cómo matar a ese monstruo, a ese ser envenenado por la rabia y el odio hacia el ser humano y hacia su propio pueblo, ese ser que se alimenta de la sangre y las penas de personas que no tienen dinero para sobrevivir en esta sociedad marchita y contaminada por los grandes intereses de gente que piensa que somos basura de la que poder extraer algún beneficio. Esperemos ese momento en el que el pueblo resurja de sus propias cenizas y en algún momento lleve al hecho esa revolución interna que está a punto de eclosionar.




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